ENCASTE JUAN PEDRO DOMECQ DÍEZ
El fundador de esta estirpe de ganaderos, Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, compró a principios de 1930 la ganadería del Duque de Veragua a Manuel Martín Alonso, quien se había hecho con el hierro ducal dos años antes.
El señor Domecq hizo caso de las recomendaciones que le dio el también ganadero Ramón Mora Figueroa y así, entre 1930 y 1931, adquirió al Conde de la Corte cuatro sementales, Llorón, Carabello, Chucero y Bodeguero, así como dos puntas de vacas.
Tras el fallecimiento del fundador, en 1937, se encargó de la ganadería su hijo, Juan Pedro Domecq y Díez. Tanto sus compañeros ganaderos como analistas y toreros han declarado que creó un encaste propio, depurando y mejorando el concepto de bravura.
Los toros de este encaste suelen ser bajos de agujas, finos de piel y de proporciones armoniosas. Las encornaduras tienen un desarrollo medio, pudiendo crecer en forma de gancho o gatillo (engatillados). El cuello es largo y descolgado, el morrillo bien desarrollado y no tanto la papada. Los pelos predominantes son negros, colorados, castaños y tostados. Pueden aparecer los jaboneros y ensabanados por la influencia de la casta vazqueña.
En cuanto al comportamiento, este encaste conserva la cualidad ir a más. Se arranca pronto y lo hace galopando, con alegría y fijeza, ante los trastos de torear. Dado que el legado de Juan Pedro Domecq y Díez terminó en 1975, algunos de los muy numeroso ganaderos que le compraron ganado han conseguido desarrollar un tipo de toro con características físicas y de comportamiento bien diferentes acordes a la personalidad de cada criador.
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